(Por Walter Anido)

Quienes hacemos periodismo o trabajamos en la comunicación no solo tenemos la responsabilidad de informar a la población, sino que muchas veces tenemos el privilegio de encontrarnos con historias que merecen ser contadas y que nos tocan las fibras más íntimas. Porque cuando comenzamos a realizar averiguaciones y vamos recopilando datos, nos encontramos con tantísimas cuestiones que nos invitan a no resumir la cuestión en solo un acontecimiento. En otras palabras, a no quedarnos en la foto sino mirar la película completa o tal vez como ahora está más de moda, mirar la serie que tiene varios capítulos. La foto o la noticia reciente, señala que un joven de 21 años, que circulaba en moto, colisionó contra un caballo y esto le provocó una serie de traumatismos que pusieron en peligro su vida. Todos pudieron ser asistidos en la ciudad de Villa Gesell, pero había un inconveniente que necesitaba otra vía de solución. En lenguaje científico se trataba de un hematoma extradural que imposibilitaba que el paciente pueda ser trasladado por vía terrestre o aérea, a recibir la atención que necesitaba. ¿Cuál era entonces el camino? Que un equipo de profesionales se traslade hasta la localidad balnearia a realizar esa intervención.

Actualmente el exdirector del Dubarry, el Dr. Pablo Cassiani, ocupa un cargo en el Ministerio de Salud de la Provincia de Buenos Aires. De inmediato y ante el escenario que se presentó, pensó en la posibilidad de trasladar al Dr. Juan Marelli, neurocirujano que presta servicios en Mercedes, hasta el lugar. Cuentan que Cassiani le mandó un mensaje, tan sencillo como si lo estuviese invitando a un turno de paddle o a un asado con amigos. Y Marelli habría respondido con la misma simpleza. Estaban hablando de una neurocirugía y lo resolvieron en lo que dura un bostezo. Así fue que desde La Plata Marelli voló a Gesell y procedió en consecuencia para darle una oportunidad de vida a Franco dado que la operación fue exitosa.

La película me permite ver que allá por el año 2004, cuando el Dr. Rodolfo Príncipi asumía en la Dirección del nosocomio, el tomógrafo era un equipamiento necesario pero faltante. La política sanitaria de entonces parecía no justificar esa inversión para este hospital zonal y tal vez resultaba más conveniente hacer convenios con privados o trasladar pacientes en tanto y en cuanto se pudiese o su estado lo permitiera. Hubo decisiones políticas y presión ciudadana para que finalmente llegue. El caso de una paciente llamada Blanca (“Blanquita” la recuerdan) encendió las alarmas. Un derrotero para hacer una tomografía, trasladarla e intervenirla. Principi habló con el Dr. Arturo Moya y todo se hizo en General Rodríguez. Entonces comenzaron a pensar que conseguir el tomógrafo y crear el servicio con el equipamiento necesario, podía salvar vidas sin necesidad de tantas tramitaciones. El director de entonces viajó al Garrahan y se reunió con el Dr. Juan Marelli y el Dr. Flavio Resquejo. Dos profesionales que confiaron, apostaron y se sumaron al proyecto. Así comenzaron su trabajo y Marelli hoy continúa como neurocirujano en el hospital tras haber sido becario primero y luego recibir el nombramiento.                     Marelli nació en Nelson, una ciudad pequeña de la provincia de Santa Fe que tiene menos de 5 mil habitantes. Es posible que en sus primeros años en aquella localidad no haya imaginado el futuro que hoy es presente. Su rostro no es conocido como el de otros tantos y nadie va a pararlo en la calle para pedirle un autógrafo. Pero su calidad humana merece ser destacada, como la de tantos otros profesionales capacitados, preparados, valientes y dispuestos a ser parte de una red de salud pública que en casos como estos nos llenan de orgullo. El desafío del viaje a Gesell que le propuso Cassiani fue aceptado sin titubeos. Esos mismos que no tiene a la hora de realizar una operación en una zona tan sensible de nuestro cuerpo humano. Tampoco hubiese imaginado que en esta ciudad donde se había accidentado Franco lo estaban esperando de esa manera. La propia directora de Salud del municipio de Gesell cuenta que cuando llegó al hospital luego del vuelo sanitario, Marelli fue aplaudido por todo el personal y esto le provocó una enorme emoción al profesional. Estaba haciendo su trabajo, pero era oportuno reconocerlo en un fin de semana en el que tomó una decisión: estar allí. Marelli regresó, como el cura a sus misas diría el “Nano” Serrat y todos sintieron orgullo de haber sido parte de esta historia que hace tiempo se escribe. Pero además porque es un eslabón más de un sistema de salud pública que algunos se animan a bastardear con slogans berretas y desprecio por la calidad humana del personal de salud. El Dr. Marelli es uno de los tantos héroes anónimos que tiene la Argentina y que pocas veces ocupan espacios importantes en los medios de comunicación. Un hombre común, pero con decisión y convicciones. Con un imaginario “beeper” al que debe responder cuando suena, dejando lo que pueda estar haciendo sin ignorarlo. Dejar de estar con los suyos, cortar un partido de su “sabalero” o simplemente suspender un momento de descanso. Estas son las historias que contribuyen a construir sociedades mejores y que nosotros como comunicadores o medios de prensa no debemos dudar en resaltar con creces.

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