La guerra había terminado. Los soldados del Regimiento 6 regresaban a esta ciudad. Centenares de vecinos de toda la zona formaron un cordón humano que los acompañó en uno de los momentos más emotivos que ellos mismos recuerdan. Fotos y registros periodísticos permitirán revivir aquellos momentos.
Este año se cumplen 40 años del conflicto de Malvinas. Desde el 2 de abril en adelante cada fecha tiene un significado muy especial para la sociedad en su conjunto como así también para los ex combatientes y veteranos de la guerra. Precisamente este 22 de junio, el miércoles, nuestras mentes van a retroceder en el tiempo y se van a ubicar en un lugar determinado de la Avenida 2 o de la ex Ruta 5. Porque precisamente un 22 de junio de 1982 esas calles estuvieron colmadas de vecinos. Una multitudinaria convocatoria, entre los especiales invitados y la comunidad de modo espontáneo, fue a recibir a los “Soldados” que regresaban a su casa. Dejamos en párrafo aparte a los familiares de los conscriptos porque según el testimonio que dejan los diarios de la época, no había demasiada información de quiénes eran los que estaban volviendo y quiénes no. Las circunstancias eran diversas. Algunos porque en el regreso al continente habían desembarcado en otro puerto, otros poblaban los Chevallier que venían de Campo de Mayo y otros habían quedado custodiando las islas.
Un largo camino a casa…
Ese día del año 1982 los “chicos de la guerra” volvían. Tras haber regresado al continente y haber estado un par de días en dependencias militares, emprendían el regreso. Mercedes se había preparado para una recepción histórica, como pocas veces se ha visto a lo largo del tiempo. No había demasiados medios como en la actualidad para invitar a la comunidad toda a este recibimiento. Por lo tanto, el intendente de entonces, Ramón Bereterbide, convocó a los inspectores de Educación para que los alumnos hagan llegar a sus hogares esta noticia. Como decíamos, no había demasiada información sobre lo que había pasado, sobre los que estaban volviendo y los que no. Por eso resultaba tan importante para las familias de los ex combatientes ese reencuentro, porque era el fiel testimonio que sus hijos, hermanos, amigos, estaban de vuelta.
Con su ropa verde, sus frescos y jóvenes rostros asomados por ventanillas y con una pesada mochila que les había dejado la guerra y que cargan hasta los días actuales. Todos y cada uno de los veteranos que consultamos recuerdan detalles de aquel día. Cuentan que, desde el viejo puente de Luján, ese angosto que trabó el tránsito durante largos años, el paso de los colectivos fue muy lento. Porque una enorme cantidad de personas, de vecinos, de distintos puntos de la región, querían ser testigos de esta vuelta a casa. Pero más adelante, casi entrando a la Avenida 2, los esperaba algo más imponente. Centenares de vecinos que aguardaron con banderas, que irrumpían en llanto, que se acercaban a tocar las manos de los soldados, o que simplemente participaban en silencio de lo que con el paso del tiempo iba a ser un acontecimiento de esos que con solo recordarlos es imposible eludir las emociones. Los ex combatientes regresaban, no todos. La oscura pesadilla de la guerra estaba finalizando, pero no iban a terminar los tiempos difíciles. Para muchos recién iban a comenzar.
Imágenes y recuerdos
Desde este miércoles 22 de junio se exhibe una muestra fotográfica y documental en el Museo Míguez al cumplirse 40 años de la Guerra de Malvinas, con la colaboración del Centro de Veteranos, se decidió organizar esta actividad y en tal sentido se colectaron documentos fotográficos y periodísticos de la época y se trabajó muy fuerte junto a los ex combatientes para revivir aquel momento, tal vez uno de los más emocionantes y felices, de un conflicto bélico que estuvo signado por el dolor, el sufrimiento y la muerte.
La aparición de un fotógrafo de Luján, llamado Rubén Varela, permitirá que todos aquellos que se acerquen a la sede del centro, ubicada en las cercanías de la Terminal de Ómnibus, puedan ver imágenes inéditas de aquel día. Incluso muchos vecinos podrán reconocerse acompañando esta vuelta a casa de los soldados después de cuatro décadas.
Bajo el lema “Malvinas nos une”, cada rostro reflejado en fotos en blanco y negro se pueda llenar de colores. Un día en que también el dolor dirá presente por las ausencias. La Guerra de Malvinas ha sido destrucción, pero los cuarenta años que han pasado nos invitan y nos interpelan a construir o reconstruir una parte de nuestra historia. Difícil. Sinuosa. Como ha sido la reconstrucción de las vidas de aquellos “pibes” que cuando apenas habían dejado la secundaria debieron empuñar un arma y enfrentarse a una guerra sin una adecuada preparación. El lema “Malvinas nos une” es un mensaje que se proyecta hacia el futuro pero que también se remonta al pasado. Se remonta a aquel 22 de junio de 1982 cuando los ciudadanos mercedinos recibieron a sus “héroes” que estaban volviendo a su hogar del que tal vez nunca debieron irse.
Testimonios en NUEVA TRIBUNA
“Tras permanecer prisioneros regresamos en el “Bahía Paraíso” hasta Punta Orilla en Santa Cruz, desde allí hasta rio gallegos en un Boing a Palomar, ahí dos días donde nos revisaron de consulta y luego por fin el regreso a Mercedes”.
Ya en el acceso a Suipacha, tres horas después del desembarco en Mercedes, la caravana multitudinaria y emocionada, con el júbilo que pocas veces se recuerde, llegó hasta la Iglesia donde se rezó y se lloró por ellos, para darle gracias a Dios de tenerlos nuevamente en casa.
En nuestra redacción charlamos con tres de ellos Raúl Aguirre, Luis Schenone y Jorge Carrizo. Nos contaron de todo, los crudos días de la guerra que les tocó vivir, como armaban las trincheras con palas precarias el miedo por los ataques, los incesantes bombardeos, las escasas municiones y la necesidad de replegarse por el poderío inglés… Hablaron de los problemas de salud y los fuertes resfríos, para los que se enfermaban no había atención ni medicación, cuando llovía quedaban empapados. “Debíamos pasar todo eso y la fe que tengo en Dios me ayudó” – contó Luis que entre las cartas (algunas de las tantas que les mandaron) recibieron ejemplares de Nueva Tribuna que después de leer las noticias le sirvieron de plantilla para las botas (sic)”.
Jorge contó del picnic casual que tuvo un día en que se perdió y tras correr más de 6 km dio con un puesto militar donde le dieron chocolate, había un galpón repleto de alimentos con soldados comiendo, “fue un día increíble dentro del hambre que pasábamos, me llevé en la campera repleta de alfajores, chocolates y galletitas Rumba”.
Raúl contó el miedo supremo, cuando en el aeropuerto los desarmaron y nos amontonaron y se venían cinco helicópteros… creían que los mataban a todos como habían visto en películas que hacían los alemanes.
