El martes pasado fue un día muy doloroso, se había ido de este mundo un ser de luz, Sonia. Era mi amiga, mi hermana, mi incondicional, mi todo. Desde el momento que comencé a tratarla me di cuenta que iba ser alguien muy especial, y con el paso del tiempo comprendí que Dios la había puesto en mi camino para que comprendiera que aun existen seres especiales, que solo vienen a la tierra a hacer el bien y a dar amor.
Fuiste una amiga fiel y solo Dios sabe lo feliz que me hacía el poder compartir con vos la vida. Eras una mujer increíble, no solo eras hermosa por fuera, sino también por dentro, y deslumbras a todos con tu sonrisa. Amiga mía, eras perfecta y no cambiaría nada de ti ni de esta extraordinaria amistad que hemos tenido. Cada día que pasaba nos sentíamos más unidas, más cercanas, más hermanas, y debo confesar que eso me hacía muy feliz.
Mi vida ya no es lo mismo tras tu partida. El duelo al que debo enfrentarme requiere de un minucioso proceso de reconstrucción, muy abrumador y doloroso y eso se debe a que muchas veces fuiste la única a quien le contaba lo que me pasaba. Te voy a extrañar mucho pero voy a tratar de tenerte presente en casa cosa que haga así no me duele tanto tu ausencia. Te amo y agradezco con el corazón el haberme confiado a tu familia y el haber tenido la dicha de llamarte “amiga”. Hasta pronto!!!
Claudia Ibaldi