María Jimena Dematei, 40 años, comerciante, en pareja con Claudio Daniel Zunino, “Dani”, de 52 y comerciante. Dos hijos; Domingo (10) (Scheffer), alumno del San Benito y Lola (5), del Colegio Parroquial. Hoy nos cuenta algo de su vida, su trabajo, sus experiencias, su familia, sus gustos, sus cosas…
¿Tu familia…?
Somos 5 hermanos, yo la única mujer y la del medio. El mayor es Matías (43), y funcionario municipal. Sigue Sebastián (41), que es productor de seguros y vive en CABA. Como te dije antes soy la tercera y me siguen Federico (34), empleado fabril y Lucas (32), también empleado. Papá, que falleció hace años, en 2008, tenía 57 y se llamaba Domingo Antonio y se lo conocía por “Nene”. Él había trabajado en el comercio, posteriormente en Dupont (Fábrica Textil) y en los últimos años pudo dedicarse a su Horno de Ladrillos. Mamá es Silvia Graciela Marcos (68, jubilada docente y por supuesto gran ama de casa, mamá y abuela.
¿Ahijados y sobrinos…?
Tengo cinco ahijados, tres son también sobrinos. Felipe, que es el hijo de Matías y Clara; Candelaria, hija de Federico y Marina y Mateo, hijo de Sebastián y Guadalupe. Los otros son Renata, hija de Fernando y Rocío y Catalina, hija de Pablo y Evangelina. Mis sobrinos son nueve en total.
¿Tu barrio…?
Aunque nací cuando mis viejos vivían en 31 entre 42 y 44. a mis 3 años nos mudamos a la que tengo como mi casa de siempre en 45 entre 30 y 32 y mis amigas han sido entre otras Romina y Diego Passadore, Florencia Romero, Marilina Pugliese, César Real, Natalia Zabala, Eduardo Romero, Jimena Suárez… (siguen).
¿Hubo límites en casa…?
Los señalaba papá, que cuando llegaba de su trabajo, mamá lo informaba de todo lo ocurrido y él ponía las cosas en su lugar. Debo reconocer que siendo la única nena y en medio de los cuatro varones, saqué ventajas y he sido la debilidad de papá. Pese a las cosas de chicos, mi relación con todos mis hermanos ha sido y es de lo mejor, protegida de los mayores y protectora de los más chicos.
¿Tu escuela…?
Hice parte de la primaria, hasta 4º Grado en el Colegio “Nuestra Señora de la Misericordia”, pasando a la General San Martín, Nº 2 y finalizarla. De esos tiempos tengo el recuerdo de Agustina Révora, Eugenia Giménez, Marisa Marconi, Martín Defelippe, Emiliano Grassi, Rocío Pietragallo, Fernanda Sereijo, Eugenia Valle… (siguen) y entre las maestras recuerdo a Alicia Laplaca y Hebe Cerisola.
¿Cursante el secundario…?
Logré el bachillerato pasando por tres instituciones, la Escuela Normal “Justo José de Urquiza”, el Nacional “Florentino Ameghino” y la Media, todo debido de mi irregularidad con los estudios y algo por mi conducta bochinchera, charloteando como lo hago actualmente y tratando de zafar. Me recibí y recuerdo a mis compañeros como Florencia Romero, Luján Florido, Fernanda Ottolini, Sabrina Révora, Georgina Courtade, Roberto Maldonado, Pedro y Mariano Lima, Diego Passadore…, siendo algunos de nuestros docentes Jorge España, José Barisone, Isabel Barrenetche, Elsa Bani, Susana Romero…(siguen).
¿Tus amigos y amigas de la adolescencia…?
Tuvimos un grupo muy lindo con el que de vez en cuando hoy nos vemos y recordamos lo vivido de jovencitos. Puedo nombrar a Andrea Pastorini, Carolina Laplaca, Elena Capacio, Adriana Sheehan, Soledad Gutiérrez, Silvina Blanco, Guillemina Rodríguez, Matías Cirelli, Daniel Casco, Pablo Bernal y mis compañeras de colegio Rocío Pietragallo Fernanda Sereijo y Eugenia Valle. (siguen).
¿Qué hiciste al egreso…?
Tuve la intención de buscar trabajo o qué hacer en ese 1999 y lo busqué por el lado de la Capital, pero sin saber mucho qué es lo que aparecería y de inmediato decidí regresar y buscar trabajo por aquí, porque estudiar no estaba en mis planes (se ríe). Para eso, el esposo de mi prima Maife Girola, Juan Manuel Uncal, abrió su negocio de panadería en la esquina de 27 y 20 “Delicity” y necesitaba alguien para cubrir los francos de los empleados y algunos fines de semana. Eso, que se convirtió en trabajo diario, me hizo tomarle el gusto al mostrador y al trato con la gente, que se prolongó todo el tiempo en que el negocio funcionó, porque fue la crisis económica de esos años y cerró poco después.
¿Entonces…?
Busqué qué hacer y luego de un corto tiempo en el que pensé en estudiar magisterio, pero solamente fue eso, un pensamiento y pude ingresar a trabajar en el “Servicompras YPF” de los hermanos Flyn, en Av. 2 y 29 en el que estuve nada menos que 8 años. En 2008, justamente el año en que falleció papá, me propusieron para un trabajo similar los Niciforo, en su estación de Servicios Esso (hoy Axion), que me resultaba mejor por los horarios que eran de mañana y una mejor condición económica.
¿Cuánto tiempo en eso…?
Estuve cuatro años trabajando con Niciforo, tiempo en que me conocí con el papá de mi hijo Domingo, que dicho sea de paso lleva el nombre de su abuelo y que no se pudieron conocer. Pablo (Scheffer), que era camionero y viajaba mucho, me acompañó hasta muy poco tiempo después de nacer nuestro hijo. Luego se alejó y mi vida siguió sola y de la mano de los míos.
¿Entonces…?
Volví a casa de mamá, ya que durante el tiempo en que estuve con el papá de Domingo, alquilé. A partir de entonces estuve sola y criando a mi hijo mientras trabajaba como te dije en ESSO, sobre el Acceso Sur, por la mañana. Para entonces, mi hermano mayor, Matías, que era amigo de “Dani” (Zunino), militaba junto con él y me lo presentó una de las veces en que pasaron por mi trabajo. Luego nos encontramos varias veces en las reuniones de la militancia junto a “Juani”, “Wado” en plena campaña para las elecciones de 2011 en la que yo no tenía participación directa.
¿Ahí se engancharon…?
Claro, aunque solamente de novios, hasta que en marzo de 2012, Claudio me propone irnos a vivir juntos a CABA, porque su trabajo era allá, de modo que venciendo algunas dudas, decidí seguirlo y nos instalamos en un departamento chico en Montevideo y Perón, haciendo de ama de casa hasta emplearme por un buen tiempo en Fabricaciones Militares. De allí pasamos a otro en la zona de Belgrano, creo que por dos años y tras el nacimiento de Lola, que es porteña, alquilamos una casa en Núñez, hasta que comenzado el año 2016, volvimos a Mercedes y nos instalamos en la que había sido mi casa de toda la vida.
¿Todavía están en calle 45…?
No, porque hace poco, esa casa de mamá se vendió y yo con los chicos, nos mudamos a Tomás Jofré, ya que con Claudio y desde diciembre pasado, tenemos el fondo de comercio del histórico Restaurante “Fronteras”. Por ahora y aunque te parezca mentira, hasta que terminemos la preparación de una casa alquilada, estamos viviendo en una “casa rodante”… (se ríe).
¿Vaya cambio de vida…?
Es cierto. De Mercedes a Buenos Aires, una jungla de cemento y de allí nuevamente a Mercedes y Jofré. El trabajo me encanta, porque el trato con los clientes es lo que más me seduce. Es cierto también que los fines de semana nos dejan rendidos, pero en los meses que pasaron, nos hemos acostumbrado a todo lo que requiere una actividad como esa.
¿Cuál es tu trabajo…?
Yo atiendo los salones, recibo a los comensales, trato de que no falte nada y que todos sean bien servidos. Charlo con la gente, que como sabés no me disgusta y relevo a “Dani” en el servicio de adiciones. No meto para nada la mano en la cocina que no es lo mío, pero colaboro en lo que haga falta. Abrimos los viernes y sábados al mediodía y la noche y los domingos sólo al mediodía, hasta cuando viene el tiempo más lindo y la concurrencia se queda, entonces seguimos hasta la hora que haga falta.
¿Les está yendo bien…?
Afortunadamente sí. El negocio tiene una larga historia y nosotros no lo descuidamos y por el contrario tratamos de innovarles servicios y cosas permanentemente. Decir “Fronteras” es decir Tomás Jofré, Mercedes y más que buena gastronomía. Estando en Buenos Aires y ni sospechando que las cosas se iban a dar como se dieron, cuando hablaba de mi ciudad, de inmediato la recordaban por el salame quintero y las pastas de Jofré.
¿Cómo te manejás con la escuela de los chicos…?
Los traigo temprano a la ciudad y durante la mañana hago las cosas que deba hacer para el negocio y la familia. A veces con los chicos me quedo en casa de mamá, que tiene debilidad por Domingo y ya cerca del fin de semana, me instalo definitivamente en Jofré junto a “Dani”, para hacer todo lo necesario esperando los días de mucho trabajo.
Fuera de juego
Soy fanática de River y tuve la suerte vivir varios años frente mismo al “Monumental”, que fue el telón de fondo que veía desde mi ventana.
Tengo varias amigas y una de ellas muy especial es Rocío Pietragallo.
Estoy entre platos y comidas permanentemente y de todo lo que veo y suelo comer, me encanta el Pastel de Papas. Me agrada el vino tinto.
Mis defectos me muestran como absolutamente impuntual y más que ansiosa.
Soy solidaria, sé escuchar y si puedo ayudar a alguien lo hago, como lo hacía mi viejo, el “Nene” Dematei.
“Dani” es emprendedor, muy buen compañero y padre que nos cobija completamente.
Una de sus fallas es que está peleado con el orden y se despista.
No quiero demasiadas cosas, porque si bien la vida me puso frente a distintas pruebas, pude sortearlas con la ayuda de mi familia que es fantástica.
De mi papá recibí su inmenso cariño y su paso por la vida como una gran persona. Lo recuerdo permanentemente.