“Mi sueño de pibe era jugar en el fútbol profesional, pero ya grande, al descubrir mi pasión por las antigüedades, aspiro a poderme dedicar a todo eso más profundamente”.
Nicolás Damián Musante, 34 años de edad, soltero, empleado, técnico en marketing y comerciante. De novio con Carolina Gómez Vicente (26), que es empleada. Hoy nos cuenta algo de su vida, su familia, su trabajo, sus experiencias, sus gustos, sus cosas…
¿Tu barrio…?
Soy del barrio San José, con la casa de mis viejos en calle 21 y 56 en el que jugué durante todo el tiempo de mi niñez, con Jesús Losauro, Esteban, Sabatino, Lucas Casbral (f), Nicolás Décima, “Tato” Bondanza, “Maxi” Chevillar (f), “Santi” Casco, los trillizos Manganiello, “Dani” Actis… (siguen). Los pasatiempos fueron las bolitas, las escondidas, la pelota… Hoy sigo viviendo con mi viejo en casa y lo que disfruto plenamente.
¿Tu familia…?
Tengo un hermano mayor que yo que se llama Diego, es empleado, tiene 40 años y con su pareja Alejandra Agüero (36), son los papás de Joaquín (10) y Pedro (5). Papá se llama Alberto, lo conocen por el “Pato”, ya está jubilado de la empresa “Sanmartín” y tiene 72 años. Mamá se llamaba Susana Balbi y falleció a los 59 años de edad en 2015, tras sufrir una muy dura dolencia que la tuvo internada en Buenos Aires. Mis dos ahijados son mi sobrino Joaquín y Salvador Vivanco Fal, hijo de Julio y Celina.
¿Hubo límites en casa…?
Siendo chicos, con Diego nos teníamos a maltraer y a veces, cuando mi viejo llegaba de la fábrica, nos ponía en vereda, aunque no hacía falta más que una mirada de él para que eso ocurriese. Desde hace mucho ya, Diego es una de las personas que más valoro en mi vida. Te debo decir que cuando terminé con el secundario y ya en plena adolescencia, me sumé al grupo de sus amigos, y comencé a integrarme a sus cosas y sus salidas como si fuera uno más.
¿Tus estudios…?
Soy del tiempo del sistema Polimodal, de modo que para eso ingresé a la Escuela Nº 2 “General San Martín”, teniendo entre mis compañeros a Eduardo Pérez, Martín Brañas, Federico Martín, Miguel Olivella, Ariel Marzón, “Maxi” Sanabria, Ramiro Villalba, Verónica Moronero, Pía Gómez, Valeria Figueroa, Lucila Matteucci, Daniela Del Mónaco (siguen) y eran algunas de nuestras maestras “Meche” Estévez, “Guilla” San Pedro, Alicia La Placa, Walter Moreti, Viviana Saccone, “Tere” Mansilla, Fátima, María Elena y etc. Para el tiempo de secundaria pasé al Colegio Nacional, siendo algunos de mis compañeros Esteban Sabatino, Ezequiel Benítez, Federico Martín, Jorge Marful, Facundo Rivas, Cristian Monti, Facundo Bustos Berrondo, Celina Fal, Valeria Figueroa, Ana Scovenna, Lucía Ares,…(siguen) y los profesores Isabel Barreneche, Hugo López, Susana Deluca, Lidia Prina, María José Zamudio, Marisel Martinelli…(siguen).
¿Fuiste buen alumno…?
En general he sido fundamentalmente de cumplir con todo y de hecho no debí rendir más que una materia a lo largo del secundario, y fue Historia, porque asistir a la escuela me gustaba mucho y traté siempre de no faltar. Cuando estaba en tercer año y fuimos de viaje a Bariloche, tuve muchas inasistencias y Hugo López me mandó a examen en Educación Física y a veces, cuando nos encontramos, se lo recuerdo y se ríe.
¿Tu barra o grupo de amigos…?
Somos “Los Turkis” y estamos mi hermano, Nicolás Rodríguez, Daniel Casco, Matías Cirelli, “Paco” Quiroga, “Toti” Lucía, Diego Bartolomeo, “Juani” Matthis, Fernando Villa y yo por supuesto.
¿Al terminar…?
Quise iniciar el profesorado de Educación Física, justamente en la UnLu y me inscribí enel curso de ingreso integrado por 60 seleccionados que era al número de vacantes. De esa cifra ingresaban 30 y yo tuve el promedio número 31º, quedando como primer suplente, para el caso de deserciones.
¿Entonces…?
Ya era 2003 y sin darme casi cuenta, había comenzado a comercializar algunas antigüedades, después de una charla con un compañero de los viajes a Luján, “Miguelito Olivella”, que me dijo que quería vender miel que de alguna manera conseguía, a la gente los fines de semana a Tomás Jofré. Para eso, yo estaba fabricando lámparas rústicas con todo tipo de materiales rústicos y con un amigo de mi hermano, Martín Gamaleri, que hacía biyuterí el 1º de mayo de ese año 2003, fuimos allá y aunque para él fue debut y despedida, yo me aquerencié y desde entonces hago eso, ahora con mi viejo, que ya jubilado es mi socio y fue quien me llevó mientras yo no podía manejar por ser menor. Después de eso, una persona que vendía libros y otras esas cosas en Jofré, me entusiasmó con las antigüedades y ya anexé eso, viajando a San Telmo periódicamente para vender todo tipo de cosas viejas.
¿Y los estudios…?
En 2004 comencé a estudiar la tecnicatura en marketing en el Instituto del Profesorado, cosa que completé en tiempo y forma en tres años.
¿Cuándo comenzaste a trabajar en Alonso…?
Pasó que yo me frecuentaba con Nicolás, hijo de “Pepe”, y cuando su local estaba remodelándose, nuestras salidas eran a partir de la hora en que se presenta el sereno de la obra, porque quedaba abierta. También estaba Sebastián y otros muchachos amigos, con los que hacíamos largas mateadas. Fueron varios meses y luego de la reinauguración que fue en mayo de 2006, “Pepe” (Rodríguez Alonso), me ofreció trabajo, cuando yo estaba finalizado mis estudios y acepté, ingresando el 16 de noviembre de ese año.
¿Cómo siguieron tus cosas…?
Una gran amiga de siempre, Celina Fal, había regresado de un viaje por Europa y me comentó que una pareja de mejicanos la habían invitado a su casamiento y me ofreció a que la acompañara. No lo dudé para nada y decidí viajar, de modo que tuve que vender un Falcon que ya tenía, le dejé las mercaderías al viejo y viajamos a México, Celina para estar solamente dos semanas y yo supuestamente quedarme. Lo cierto es que ella regreso en tiempo y forma y yo lo hice varias semanas después.
¿Qué pasó…?
En la fiesta de casamiento, unos primos del novio nos invitaron a viajar y conocer Cancún y Playa del Carmen, en donde tenían propiedades. Lo hicimos y cuando Celina volvió, yo viajé a la Península de Yucatán, ciudad de Mérida para encontrarme con amigos de mi viejo (Wilmes Averame y su sobrino Eduardo Cagnone) y me alojé en una habitación alquilada hasta que Eduardo se vino para Argentina y yo ocupé su lugar. La realidad es que yo había viajado con la intención de conseguir trabajo, pero las cosas no se dieron de la manera que supuso y me picó el bichito de la nostalgia, de modo que decidí volver habiendo vivido experiencias irrepetibles en ese tiempo. Tuve que pagar una multa para adelantar el regreso. Pero confieso que el tipo de cambio me favoreció y con poco dinero la pasé más que bien.
¿Qué hiciste ya por aquí…?
Un amigo, “Pupi” Lemos, me comentó que había comprado un auto y que estaría bueno hacer un viaje junto a otro amigo, Hugo Ponce de León. No sabíamos bien hacia donde ir y lo hicimos a Brasil. La pasamos más bien y ya en Mercedes otra vez, “Pepe” me llamó para que reemplazara al empleado que me había sustituido la primera vez, ya que estaba con una lesión y no trabajaba. Pasó que con el tiempo, volví al lugar de siempre “Alonso”, tras temporadas en que hice suplencias o como refuerzo en el tema de ventas.
¿Cuándo te conociste con Carolina…?
Resultó ser una casualidad de esas que pasan en la vida. Todo comenzó cuando encontré un teléfono celular en plena calle. Yo iba para el taller mecánico y allá comente lo que me había sucedido. Un cliente me quiso comprar el equipo y a mí ni se me ocurrió, pero lo cierto es que llamé al número correspondiente y me atendió Carolina, a quien no conocía y se llegó hasta el taller donde se lo entregué, con su agradecimiento. Allí se terminó todo, pero quiso el tiempo que fuera empleada en un comercio vecino, justo frente a “Alonso” y mientras barríamos ambos las veredas nuestras, ella me recordó lo que había pasado con el teléfono y sin duda allí comenzó lo nuestro. Los dos estábamos ya sin compromisos, que sí existían en aquel momento del hallazgo mío.
Fuera de juego
Soy de River y más seguidor e hincha del Club Mercedes.
No tengo duda alguna de que el mejor plato para disfrutar, es el asado y por supuesto con un buen vino tinto.
Celina Fal, es la mejor amiga que la vida me ha permitido tener y Diego, mi hermano, por lejos el mejor de todos.
Soy responsable, espontáneo puntual y solidario.
Creo que por momentos me invade la soberbia y eso no me gusta, pero lo reconozco.
Carolina es inteligente, compinche, comprensiva y sabe lo que quiere.
Tiene muy fuerte carácter y eso la hace ser también algo “calentona”.
De chico pensé en ser un buen profesional en el fútbol y trascender.