Juan Pollacchi

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“Desde hace bastante ya, tenemos con mi hermano “Mau”, el negocio gastronómico, ahora en pleno centro de la ciudad “Rojo Tomate”. Me gusta lo que hago y me mimetizo con los clientes, para darles lo mejor comercial y humanamente”.

Juan Javier Pollacchi, 39 años, cocinero profesional y comerciante. En pareja con María Agustina Musso (37),  que es Licenciada en Nutrición y empleada. Tres hijos; Perseo (6), Nebai (4) y Félix (2). Hoy nos cuenta algo de su vida, su trabajo, su familia, sus experiencias, sus gustos, sus cosas…

¿Tu familia…?

Papá es Luis Enrique, tiene 73 años y es médico, poseyendo su propio establecimiento de salud identificado como “Centro Mujer”. Mamá es Antonia “Tony” Garrahan, tiene 72 años y a ella le dimos mucho trabajo los siete hermanos. Silvina es la mayor, tiene 46 años y es licenciada en relaciones internacionales. Virginia que la sigue con sus 45 años, es Lic. en marketing. El primero de los varones, Hernán es médico, luego estoy yo y me siguen Matías (37) ingeniero industrial, Mauricio (35) que tiene mi misma profesión y la menor de todos María Lourdes (33), licenciada en psicomotricidad y psicología. Tengo doce sobrinos que son Nicolás, Julieta, Ignacio, Tomás, Laureana, Federico, Sebastián, Hipólito, Justo, Eva, Benicio y Dolores. Federico y Dolores son además mis ahijados.   

¿Se pusieron límites en casa…?

Se han puesto y ha sido papá el que los marcaba con más severidad, pese a que por el ejercicio de su profesión, estaba mucho menos que mamá en casa. Por otro lado y siendo 7, seguramente no ha sido una tarea fácil la de nuestra formación y educación.

¿Dónde vivieron…?

Mis viejos y mis primeras dos hermanas, vivían en el centro de la ciudad, en CABA. Para cuando nacimos Hernán primero y yo después,  la familia estaba residiendo en los EE.UU., por el trabajo de papá. Para el regreso, volvimos a la misma casa en Mercedes, en 25 entre 28 y 30 y pasamos por otras hasta llegar a la que desde hace mucho ocupan hoy mis viejos sobre la entrada a la ciudad.  

¿Buena relación entre vos y tus hermanos…?

En casa siempre imperó el sentido de familia y la interrelación entre los hermanos ha sido en general muy buena. Hoy mismo y siendo que cada uno tiene sus responsabilidades propias y familiares, tenemos contacto permanente y naturalmente estamos juntos si nos necesitamos. Para los juegos cuando éramos chicos, la mayor afinidad la tuvimos los varones. 

¿Tus estudios…?

Desde jardín de infantes, pasando por primaria y hasta tercer año de la secundaria los transité en el Colegio San Patricio, finalizando esa etapa antes de egresar, en el Colegio Nacional “Florentino Ameghino”. Entre mis compañeros de los primeros tiempos estuvieron Juan Chena, Pablo Caserotto, Rafael Scandroglio, Fernando Marino, Santiago De Paola, Mariano Redondo, Matías Nicodemo, Martín Vincent, Lisandro Masón, Alejandro Lubatti, “Maxi” Fragueiro…(siguen). He sido muy unido a algunos de ellos como Tomás Kelly, Martín Richezze y Martín Boneo y tuve entre los maestros a Luis Giorgi, Ivette Cámpora, Pablo Brienza, Ricardo Tabossi…

¿Y de tu paso por el Nacional…?

Allí fui compañero entre otros de “Poli” Duarte, Santiago Marchio, Iván Dematei, “Lucho” Prieto, Juan Bianza, Sofía Mirabel, Jorge Romaniega, Mariano Redondo, Eliana Arenillas, Soledad Dinova, Milagros Contín, Lorena Campelo…(siguen), mientras en el cuerpo de profesores estaban entre otros…..

¿Eras buen alumno…?

No puedo decir que era de los mejores ni nada de eso, pero cumplía bien con mis obligaciones y a decir verdad no  me disgustaban las cosas de los estudios y todo eso. Algo que siempre digo es que nunca encontré en los colegios y escuelas, ese ambiente de contención que me imagino otros pueden haber hallado. Nunca me ocurrió eso.  

¿Qué hiciste a egresar…?

Desde muy chico supe que mi vida estaría orientada hacia la gastronomía, de modo que de inmediato comencé con la carrera en la ciudad de Buenos Aires, en la que ya estaban instalados mis tres hermanos mayores, Silvina, Virginia y Hernán.  Comencé entonces en el IAG (Instituto Argentino de Gastronomía), en Santa Fe y Uruguay, cerca del departamento que era en Santa Fe y Pueyrredón.  Cuando estaba cursando el segundo año, le pedí a Manuel Ojea, que tenía entonces el restaurant “La Mandolina” en Bs. As., que me hiciera un lugar en él, para tomar contacto con la realidad, que se enfrenta a las teorías y así fue, porque habiendo tenido algunas dudas sobre mi carrera, éstas se disiparon.

¿Al terminar el IAG…?

Con Hernán nos fuimos a EE.UU., al estado de Pensilvania, alojándonos en casa d unos amigos de mis viejos y conseguimos trabajo que tuvimos por unos tres meses, tomando de allí las primeras experiencias laborales. Luego, y ya de regreso a casa, una hija del matrimonio que nos tuvo en EE.UU., me concretó un contacto con gente de las Islas Caimán, y poco después para allá partí, aunque algo demorado porque se produjo en ese tiempo el S-11 (atentado a las torres) y mis trámites se demoraron. Ya en mi nueva actividad en la cadena Hyatt  previo paso por unos días en lo de esa familia, me mudé con un compañero de trabajo a un departamento. Mis comienzos fueron en un grill instalado en la playa, pasando de a poco y paso a paso a distintas responsabilidades.

¿Hasta cuándo…?

Podía haberme quedado más, pero a los dos años, el desarraigo me invitó a venir y lo hice. Me empleé entonces en la embajada de Gran Bretaña en Buenos Aires por un año y medio, lo que conseguí por un primo que era ya empleado de mantenimiento allí. Estuve en la residencia de una familia de diplomáticos que eran muy sociables y hacían muchas recepciones. Me fui entonces a Miami a un Hotel  llamado “Víctor” en el que estuve muy poco tiempo porque eran muchas horas diarias y sin buena paga. Pasé entonces al Conrad de allí mismo, para reunirme con “Mau”, que estudiaba en el IAG de Buenos Aires.

¿Ya juntos…?

Desde Buenos Aires viajamos a la Gran Caimán para volver a trabajar en el Hyatt  y tuvimos la oportunidad de tomar laburo en el “Ritz Carlton”, que significaba un paso adelante y mayor jerarquía. En eso estuve con Mauricio  un par de años hasta que nos reunimos los cuatro hermanos varones, es decir nosotros, más Hernán y Matías que estaban cada uno en lo suyo e iniciamos el regreso a casa, un viaje inolvidable, en Motorhome  y que se prolongó por más de un mes y medio.

¿Cómo siguieron tus cosas…?

Ya decididos a quedarnos en Mercedes, produjimos la apertura del local en avenida 29 entre 18 y 20, que bautizamos “Lo de MAU”, que resultó ser la primera experiencia ya como propietarios, ofreciendo ampliamente nuestras elaboraciones e inclusive con pollos al espiedo, Anduvimos muy bien pero cuando los propietarios del local decidieron la venta, debimos dejarlo e instalarnos con otro nombre y horizonte comercial en 13 y 6, al que llamamos “Sinibaldo” y que explotamos un par de años. Luego nos trasladamos a calle 23 entre 26 y 24 a lo que llamamos “Rojo Tomate”, conservando siempre el número telefónico tradicional, el 428999, que la clientela tiene siempre en su memoria.

¿Finalmente en pleno centro, hace pocos días…?

Es cierto. Tuvimos la oportunidad con Mauricio de alquilar el local de la avenida 29 y hace apenas unos días, siempre como “Rojo Tomate”, nos mudamos. Por fortuna, nuestra clientela nos sigue acompañando y nos favorece con su elección.         

¿Cuánto hace que están juntos con Agustina…?

Nos conocimos en el verano de 1999 y estamos juntos desde 2008. Vivimos en la zona del llamado Barrio Los Troncos, en nuestra propia vivienda. Ella trabaja a distancia para un Laboratorio de Investigación Clínica de CABA.  

Fuera de juego

Soy hincha de Bosa.

Una comida que me gusta son las milanesas con fideos con manteca y queso rallado. Bebo solamente agua y gaseosas o jugos.

Mis tres amigos de la vida ya te los mencioné, Tomás (Kelly), Martín (Richezze) y Martín (Boneo).

Aunque no debería ser un defecto, suele parecerlo mi tendencia a la búsqueda de la perfección, que puede caer molesta.

Tengo el don de la dinámica y la practicidad. Es innato en mí.

Agustina es muy generosa. Se luce como mamá, esposa y sobre todas las cosas, presente en todo sentido. Es super inteligente.  

Es algo hiperactiva y eso hasta puede perjudicarla. Yo trato de frenarla un poco pero no lo consigo siempre.

Me gusta lo que hago y recibo con gusto las sugerencias para mejorar.  

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