Entronizarán la placa que estaba en Malvinas donde descansa el Soldado Balvidares

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Tras haberse identificado al ex combatiente mercedino caído en combate, la placa que rezaba, “Soldado solo conocido por Dios”, fue entregada a su madre. Coca Calbín la donó para que sea expuesta en la plazoleta de 2 y 29. El acto será el próximo sábado.

El venidero sábado 13 de abril y con motivo de cumplirse el aniversario número 37 del arribo del Regimiento 6 de Infantería a Malvinas, se concretará un acto como es habitual, en la plazoleta ubicada en 2 y 29, donde según se informó, se rendirá homenaje a los caídos, “a sus familiares y a los que regresaron con las imborrables huellas del combate”, expresa la invitación. Si bien es un encuentro que se lleva adelante todos los años, el coordinador del mismo, Mario Alderico Moyano, destaca que en esta oportunidad alcanzará especial significación “la entronización de la placa que durante 36 años designara como un Soldado solo conocido por Dios, la tumba en el cementerio de Darwin del héroe de la Patria mercedino Horacio Adolfo Balvidares, decidiendo la comisión de familiares Caídos en Malvinas presidida por la Sra. María Fernanda Araujo luego de su identificación, enviarla a su madre Sra. Amanda Calbín, la que decidiera su donación con esta finalidad”, se destaca. En la plazoleta ubicada frente mismo donde funcionara oportunamente el destacamento militar, se ha construido una especie de vitrina que pudo realizarse gracias a la colaboración de la comuna que aportó materiales y al aporte del Consejo Escolar que donó el vidrio blindada. Allí estará expuesta esta placa.

Encuentro

En su portal digital, Infobae generó un encuentro por demás de emotivo entre Pedro Francisco Adorno un ex combatiente nacido en Luján y Coca Calbín, madre del soldado Balvidares que reside en Chivilcoy, que fue quien le salvó la vida a Adorno el 14 de Junio de 1982. Recordó el veterano que “la noche del 13 de junio, en Tumbledown, un cerro cercano a Puerto Argentino, nevaba mucho y hacía frío. No veíamos nada. De pronto, los ingleses tiraron una bengala de iluminación y es como si se hubiese hecho de día, y comenzaron a atacarnos por todos lados. Estaban tan cerca que escuchábamos cuando hablaban”. Cuando trepaban el cerro para cortar el avance británico, cayó herido el soldado Arturo Pedeuboy, con cuatro disparos en sus piernas. Adorno se acercó a auxiliarlo y, cuando quiso levantarlo, un tiro le impactó en su brazo. “Fue como tener un hierro caliente”, explica Pedro. “Yo no quería dejarlo, pero comencé a retroceder. Recuerdo ver al soldado Poltronieri cubriéndonos con su ametralladora. Y el subteniente Guillermo Robredo Venencia me quitó la cinta de goma que tenía sujeta al casco –que sostenía una estampita de la virgen de Luján- me hizo un torniquete y me vendó, y le ordenó a Horacio Balvidares que me llevase al pueblo. No fue difícil hacerlo. Pesaba 47 kilos”. En la entrada del pueblo salió a su encuentro un enfermero. Lo llevó a un puesto sanitario. Balvidares, al salir, sólo pudo recorrer unos cincuenta metros. Una bomba terminó con su vida. El enfermero entonces le dijo a Adorno: “Mirá, la persona que te salvó la vida, se la cagó él”. Adorno fue trasladado en helicóptero al buque Almirante Irízar, luego al hospital en Comodoro Rivadavia y de ahí llevado a Campo de Mayo, donde saldría con la libreta firmada.

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